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Dos bandas, tres generaciones y la épica de la lluvia

El show de The Who y Guns and Roses este domingo en La Plata será recordado por las casi 50.000 personas que fueron al Estadio Único por varias razones. Primero, por saldar una deuda pendiente de la banda inglesa con el público argentino visitando por primera vez nuestro país. Segundo por la lluvia, que durante toda la tarde/noche azotó el estadio dándole por momentos un toque épico a la experiencia, y tercero, y probablemente más importante, por haber reunido a tres generaciones de fanáticos en un solo lugar.

El show de The Who comenzó a las 20:15, solo un cuarto de hora después de lo pautado, lo que es raro por estos lados, haciendo honor a la puntualidad inglesa. Hay que decirlo, un porcentaje enorme del público presente había comprado su ticket en primer lugar por la banda de Axl y compañía. Pero cualquier persona con sangre en las venas y gusto por la buena música baja la guardia ante una banda que es una verdadera leyenda viva del rock and roll y por la potencia de la guitarra de Pete Townshend, uno de los guitarristas más importantes de la historia del género. En poco menos de una hora y media y a fuerza de clásicos como “Behind Blue Eyes”, “My Generation” y “Baba O`Riley”, The Who dejó más que satisfechos a todos pese a la lluvia que ya mojaba en escenario. Y a aquellos que vivieron a la banda como parte de “su generación” (entre ellos Charly García que los saludó en camarines antes del show), más que felices sabiendo que fueron parte de algo histórico. La deuda está saldada.

Quince minutos después de las diez de la noche las luces se apagaron y el bajo de Duff McKagan prendió la mecha del show de Guns and Roses con “It So Easy”, canción del disco “Appetite for Destrution” que a pesar de cumplir este año sus tres décadas suena tan potente como a fines de los ocheta. Los Guns and Roses estaban de vuelta en nuestro país y ya nada iba a detener una máquina que a pesar de los excesos y las diferencias entre sus miembros suena tan aceitada como en 1992, año en el que nos visitaron por primera vez.

Por momentos la lluvia fue realmente muy fuerte pero lejos de bajar el ritmo de la banda pareció ser un plus en la escenografía que Slash usó durante toda la noche para darle épica a sus solos, y dejando imágenes que son postales de lo que es un verdadero Guitar Hero: Rulos, galera, Gibson Les Paul, lluvia, años de historia, todo en una sola foto. La voz de Axl estuvo a la altura de las circunstancias. Transitó el show sin bajar la intensidad y se lo vio de muy buen humor pese a pedir en un par de ocasiones la intervención de una traductora para advertir al público que diera un paso atrás para no aplastar a quienes estaban contra la valla.

Los momentos altos llegaron con los clásicos de siempre: “Welcome to the Jungle”, “Estranged”. “Sweet Child O`Mine”, “Live & Let Die”, “November Rain” (que mejor que verla bajo la lluvia) y “Don`t Cry”, solo por nombrar algunos momentos de un show que no dio respiro y tuvo como dato de color una emotiva versión de “Black Hole Sun” en honor a Chris Cornell, cantante de Soundgarden fallecido este año.

Fueron más de tres horas de una batería de canciones inoxidables y una banda potente, con miembros que por sì solos son referentes de una época y que juntos son demoledores. Y más de cinco horas de dos bandas que marcaron dos momentos muy distintos pero importantes de la historia de la música. Una tarde/noche para que los padres le muestren a sus hijos la banda con la que crecieron en los sesenta y setentas y estos le muestren a los suyos la banda que marcó su adolescencia en los ochentas y noventas. Sonó “Paradise City”, y todo terminó. Se prendieron las luces en La Plata y todos volvieron a sus casas. Mojados, pero sabiendo que habían vivido algo que sólo pasa una vez en la vida.

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